En las empresas familiares, a menudo se mezclan las reglas y las responsabilidades de estos dos mundos, la vida familiar y el entorno laboral.
La diferenciación entre la vida familiar y el entorno laboral se manifiesta en aspectos clave, como la forma en que se decide quién puede trabajar en la empresa, quién ocupa posiciones de liderazgo, cómo se determinan los sueldos y quién recibe promociones dentro de la familia.
La diferenciación laboral se refiere a la medida en que las personas que forman parte de la familia trabajan en la empresa debido a sus lazos familiares o debido a sus habilidades y experiencia profesional. Cuanto más influyan los vínculos familiares en estas decisiones laborales, menor será la diferenciación entre familia y empresa.
La familia generalmente se preocupa por proteger a sus miembros, mientras que la empresa se enfoca en crear valor. La gestión de la empresa puede considerarse una forma de “proteger” a los miembros de la familia al proporcionarles salarios y estatus en la organización.
En las empresas familiares, a menudo se tiende a mantener los puestos de liderazgo (gerenciales) en manos de miembros de la familia, y los salarios de los familiares suelen establecerse en función de criterios familiares de “igualdad”. Pero cuando se eligen administradores basándose principalmente en lazos familiares en lugar de sus habilidades, la empresa puede debilitarse.
Aumentar la diferenciación entre la familia y la empresa implica dos aspectos importantes. En primer lugar, es necesario seleccionar a los miembros de la familia que tienen las competencias adecuadas para las necesidades de la empresa. En segundo lugar, es fundamental romper con la idea de igualdad total entre los miembros de la familia.
Cada persona tiene un conjunto único de habilidades y competencias. Superar la noción de igualdad significa reconocer que las personas pueden ser diferentes en términos de sus habilidades y capacidades. Por lo tanto, la decisión de contratar, los niveles salariales y las promociones deben basarse en la adecuación de las habilidades de cada individuo a las necesidades de la empresa, en lugar de comparar e igualar a los miembros de la familia entre sí.
El proceso de diferenciación entre familia y empresa implica tres pasos:
- Definir cuánta diferenciación se desea entre la familia y la empresa. Cuanto más compleja sea la empresa, mayor será la necesidad de diferenciación.
- Identificar el conjunto de habilidades que la empresa necesita. Esto implica reflexionar sobre los desafíos futuros que podría enfrentar la empresa y reconocer que la próxima generación puede requerir habilidades diferentes a las del fundador.
- Establecer un proceso de evaluación objetivo para determinar si un miembro de la familia es adecuado para un puesto en la empresa. Es importante que estas evaluaciones y decisiones se realicen de manera institucional para evitar tensiones familiares.
En resumen, en las empresas familiares es crucial encontrar un equilibrio entre proteger a la familia y garantizar que la empresa prospere. Esto implica tomar decisiones basadas en las competencias individuales y superar la noción de igualdad absoluta entre los miembros de la familia. La planificación cuidadosa y la gestión profesional institucional pueden ayudar a lograr esta diferenciación laboral de manera efectiva.